Se pueden comer durante todo el año, pero son los que nos alegran las mesas en las fiestas de Navidad. Normalmente, los veíamos hacer a nuestras abuelas o madres. A su vez, ellas habían heredado la receta.
Ponían o no ralladura de limón, un tipo de vino mas o menos dulce, huevo o levadura. Pero siempre estaban riquísimas y servían para dar un olor especial a la casa cuando se hacían.
INGREDIENTES
- Una medida de aceite de girasol.
- Una medida de manteca de cerdo.
- 1/2 medida de vino blanco.
- Una medida de azúcar
- 1 Kg de harina.
- Azúcar y canela en polvo para decorar.
- La medida puede ser una taza, un vaso o un bol.
ELABORACIÓN
- Derretimos la manteca de cerdo con el microondas en posición descongelación.
- Lo mezclamos en un recipiente grande junto con el azúcar y el aceite.
- Cuando hayamos disuelto bien el azúcar, añadimos el vino.
- Vamos añadiendo la harina poco a poco y mezclando bien.
- Cuando estimemos que la masa está apta, no debe quedarse pegada a las manos y debe poder trabajarse bien, hacemos una bola, la cubrimos con papel plástico y la dejamos media hora en la nevera.
- Precalentamos el horno a 150º C.
- Sacamos la masa de la nevera y extendemos sobre la encimera (previamente embadurnada con unas gotas de aceite) trozos de pasta a los que les damos la altura deseada con el rodillo de amasar.
- Con unos moldes, damos forma a las piezas que pasaremos a una bandeja de horno forrada con papel sulfurizado. Espolvoreamos con azúcar y canela.
- Pasamos al horno caliente y horneamos quince minutos a media altura. Podemos dar un golpe de gratinador si nos parece que no están muy tostados arriba.
- Dejar enfriar, calientes son frágiles.
- Si utilizamos azúcar glace, espolvorear al sacar del horno.
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